viernes, 15 de agosto de 2014

Kagemusha 1980




Dirección:  Akira Kurosawa

Guión: Akira Kurosawa & Masato Ide

Nacionalidad: Japón


Reparto:  Tatsuya Nakadai, Tsutomu Yamazaki, Kenichi Hagiwara, Daisuke Ryu, Masayuki Yui, Toshihiko Shimizu
Sinopsis: En el Japón medieval, devastado por las guerras feudales, un vulgar ladrón es elegido para sustituir a un poderoso señor de la guerra, que acaba de morir. (FILMAFFINITY)







La última etapa del director nipón Akira Kurosawa (1910-1998), tras lograr traspasar las fronteras y ser un director de referencia en medio mundo por sus películas realizadas entre los años 50 y principios de los 60, estuvo lastrada por una terrible depresión que sufrió y que casi lo llevó al suicidio. Parte de todo este pesimismo se puede observar en el carácter taciturno y apesadumbrado de algunas de sus obras posteriores. Sintiéndose poco valorado como profesional, las productoras japonesas no querían financiar sus nuevos proyectos. Es por ello que sus colegas norteamericanos, grandes admiradores de su obra, tales como George Lucas, Steven Spielberg o Francis Foid Coppola, decidieron producir sus nuevos films. Gracias a ellos pudo llevar a cabo obras de grandísimo presupuesto como Kagemusha (1980), Ran (1985) o Dreams (1990).



Kagemusha, Palma de Oro en Cannes en 1980, es una especie de preludio de Ran, donde se muestra con una tristeza estética el drama de la guerra, la fe ciega y la fuerte jerarquización reinante. La voluntad humana es aniquilada en pos de la unión del clan y el interés común de los líderes de la guerra. La importancia de la vida humana pierde cualquier atisbo de valor siempre y cuando no sea quien tenga que guiar a los demás.También intenta incidir en la relación familiar entre padre e hijo, la presión de los militares, del nombre de la familia y el clan y la frustración recogida durante años por un gozar de un talento no reconocido.


Tanto el ladrón, eterno Tatsuya Nakadai, que es usado como doble del fallecido líder del clan como el hijo de éste son personas usadas sin tener en cuenta jamás sus propias emociones o sentimientos respecto a lo que pasa, no son valoradas por lo que son sino por el papel que están obligados a desempeñar. Ambos son dos partes del mismo hombre, de Akira Kurosawa y la tristeza que le invadía casi diez años después de su intento de suicidio.




El japonés saca matrícula de honor en el aspecto técnico del film, donde la fotografía, usando un colorido vivo a la vez que abatido, ayudado de la magnífica dirección coral de actores, es todo un prodigio y un deleite visual. La banda sonora que en un inicio parece algo desubicada, con reminiscencias del western clásico,  acaba por desempeñar un importante papel a la hora de reforzar la emoción dentro de las escenas con más tensión dramática del film. También es destacable el acompañamiento musical con el colorido de las escenas oníricas y fantasiosas.

Luis Suñer



 


 

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